Redacción internacional • Según un listado publicado ayer por la revista Forbes Israel, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con 600 millones, son el tercer grupo terrorista del mundo con mayores ingresos del mundo.
La publicación explica que la producción y el tráfico de drogas, el secuestro, la piratería, la minería ilegal (especialmente oro), más honorarios de patrocinio e impuestos de guerra a civiles son las principales fuentes de ingreso de la guerrilla marxista que actualmente negocia la paz con el Gobierno.
Según Forbes Israel, las FARC “controlan en la actualidad aproximadamente el 30% del territorio de Colombia, especialmente en las selvas del sur, donde dirigen una de las mayores redes de tráfico de drogas en el mundo”.
Sin embargo, la publicación advierte que esta organización ha perdido poder en los últimos años “debido a una serie de asesinatos” y la ofensiva de las Fuerzas Militares contra sus principales cabecillas.
Otros grupos
El medio apunta que la organización terrorista más acaudalada en la actualidad, y de la historia en general, es el Estado Islámico (EI), que dispone de un volumen de 2.000 millones de dólares al año.
El movimiento islamista Hamás se coloca en segundo lugar con ingresos de 1.000 millones de dólares anuales, según el medio. Estados Unidos, la Unión Europea (UE) e Israel consideran a Hamás una organización terrorista.
El grupo chií libanés Hizbulá, con 500 millones, está en el cuarto lugar; le siguen los Talibanes con 400 millones y Al Qaeda y sus afiliados con 150 millones. Les suceden en el escalafón Lashkar e-Taiba con base en Pakistán, con 100 millones; la somalí Al Shabab, con la misma cantidad; el IRA auténtico con 50 millones de dólares y cierra el grupo de los diez primeros Boko Haram con 25 millones anuales.
Cómo se financian
Según la publicación, estos grupos financian sus operaciones con métodos similares a aquellos empleados por organizaciones criminales, tales como el tráfico de drogas, robos y extorsión, pero también logran dinero a través de la caridad, donaciones y, en algunos casos, agencias gubernamentales.
Una organización terrorista, precisa, como cualquier otra, un modelo de negocio y financiación de sus actividades: desde su mantenimiento, salarios y entrenamiento, hasta la adquisición de armas, munición o vehículos.